Por: Gabriela Rivera Díaz
¿Eres energía femenina y masculina? Sí, vienes de un óvulo y un espermatozoide. Tu sexo no quiere decir que sólo tengas un tipo de energía y como tienes ambas es importante reconocerlas y equilibrarlas.
Imagen por @pensamientoindie
Las dinámicas del mundo moderno nos exigen una energía masculina predominante, que se caracteriza por un entorno competitivo, productivo (todos los días del mes y del año), enfocado a la acción. Tanta energía masculina ha generado un desequilibrio; la tierra pide a gritos energía femenina; caracterizada por incubación, cuidado, ternura y gestación. Estas características, muchas veces son asociadas a debilidad, flaqueza e inferioridad. Y he aquí el gran problema porque genera una lucha interna, un rechazo hacia la feminidad e inmediatamente nos divide, fragmenta y desequilibra.
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Es evidente que necesitamos lograr un balance y retomar la energía femenina para sanar. Los resultados que hemos logrado con una energía masculina predominante no son los mejores porque aunque hemos avanzado en tecnología, ciencia y otros ámbitos, hemos retrocedido en humanidad, conciencia y cuidado. Nos hemos desconectado de la tierra, de sus estaciones, ciclos solares, lunares, menstruales... Hemos ignorado a tal punto nuestra energía femenina, que las hormonas anticonceptivas (las cuales impiden la ovulación e interrumpen el ritmo biológico femenino infradiano), se han convertido en el “superhéroe de control de natalidad” y “no cólicos” para la mayoría de parejas. Ahora “no menstruar” o “no ovular” es lo normal, cuando en realidad es completamente anti natural.
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Entonces… Si queremos resultados diferentes, tenemos que pensar diferente… ¿Qué pasaría si tod@s trabajáramos en pro de equilibrar nuestras energías? Quizás habría más armonía, no iríamos en contra de nostor@s mismos ni del género opuesto. Reconoceríamos la grandeza de los opuestos, que a la vez son necesarios y complementarios. Conectaríamos más con el SER y menos con el HACER. Le daríamos espacio a las emociones, sin importar el género del rostro en el que se dibujan lágrimas. Dejaríamos de darle protagonismo a estas distinciones psicológicas y de generar división política, social, emocional, afectiva…
¿Estás list@ para reconocer tu fuerza femenina y masculina en complemento?
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