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¿Qué me pasó después de 10 días de silencio?



Después de 10 días en silencio, sentada y meditando 111 horas en mi primer Vipassana en frente a Arunachala (una montaña que nos recuerda la magia de regresar al centro del corazón y del ser) aterricé en Tiruvannamali (una realidad que se sale del Matrix) y sentí mi mundo al revés.

Pasar de la paz y la calma de mi ser, de ver las cosas como son, sin filtros, etiquetas ni juicios a una realidad brusca de constantes estímulos. Me sentí desubicada, confundida y aturdida. Escapé al paraíso de Rishikesh. Su encanto me ayudó a hacerme la loca y a seguir caminando ensoñada. En el recorrido pude observar mis viejos patrones resurgiendo y tomando fuerza. Mi ego incómodo pidiéndome volver al pasado, a lo conocido. Mi ansiedad brotando, mi impaciencia mandando, mis miedos mirándome y mis pensamientos limitantes nublando mi sentir.

Olvidé PARAR y RESPIRAR en cada paso. Volví a reaccionar en lugar de accionar. Olvidé que es más valiente sentir que racionalizar, llorar que forzar sonrisas. Viví dos semanas en un piloto automático que tampoco se sentía cómodo porque ya había explorado la fuerza de meter cada cambio.

Duré dos semanas buscando el equilibrio, el punto justo de presencia y consciencia. Hoy, en un nuevo lugar (no sólo geográfico sino en el territorio de mi cuerpo) entendí que no tengo que buscar ese punto justo porque ya está dentro de mí. Recordé que ya estoy en mi lugar de paz. Lloré. Recuperé mi calma. Reconecté con el aire que entra y sale de mí.

Miré hacia atrás y honré mis pasos de estas dos semanas porque me hicieron dar cuenta de que estoy lista para mirar hacia arriba. Para abrirme al silencio, a la p a u s a , al llanto, al amor y a nuevos sueños que en mi imaginación se quedan pequeños.

Sí amor, a veces el camino es confuso. En momentos pensamos que estamos dando vueltas en un mismo círculo, estancadxs, repitiendo ciclos una y otra vez sin saber salir del bucle que parece infinito. Lo que olvidamos es que ese bucle nos regresa al vacío y al silencio de nuestra alma, que a la vez es el espacio donde están las respuestas más claras y puras. No te temas. Vuelve a ti.


Desde mi centro y con amor,

Gaby

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